Si unimos las señales
del destino y la inocencia y creatividad de una niña de dos años, el resultado
es… ¡precioso!
Esta princesita
desconoce que el coche de sus papás trasladará a una novia la próxima
primavera, y su imaginación y naturalidad le lleva a convertir su ramito de
rosas para la Virgen del Pilar en un improvisado adorno del futuro coche
nupcial.
Por los niños, por las
bodas…¡y por las flores a nuestra Virgen del Pilar!
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